En qué pensar para planificar el canto congregacional
Por Bob Kauflin
La iglesia de hoy tiene más cantos disponibles que en cualquier momento de la historia de la iglesia. Eso significa que no tenemos que conformarnos con aquellos cantos que más o menos dicen lo que queremos, o cantos que son monótonos, o cantos cuya música es más memorable que su letra. Tampoco tenemos que usar cantos solo porque son populares.
Dios desea ayudarnos mientras nos preparamos, pero quiere que le pidamos Su ayuda. Básicamente no planificamos para reuniones; planificamos para personas. Pídele a Dios que te dé cantos que edifiquen a los que diriges en vez de los que a ti te gustan o los que te harían lucir bien.
Cada persona que entra el domingo por la mañana tiene necesidades únicas, pecados específicos con los que está luchando, puntos débiles y una tendencia a olvidar el evangelio. Nosotros tenemos el increíble privilegio de mostrarle, a cada persona, la grandeza, la bondad y la gracia de Jesucristo. Necesitamos el poder del Espíritu Santo para ser eficaces, y nunca dejaremos de necesitar Su ayuda.
El tema que presentamos cada semana es la gran historia de salvación que Dios llevó a cabo para Su pueblo a través de la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. Queremos recordar esto, repasarlo, celebrarlo y responder a esta realidad. A la vez, también tenemos la oportunidad de enfatizar un aspecto específico de cómo ese glorioso evangelio llega a nuestras vidas y nos afecta, y así enfocamos nuestros cantos y pensamientos.
Cuando preparo cada semana, lo primero que quiero saber es cuánto tiempo se supone que cantemos. Eso me dice cuántos cantos podemos interpretar bien. Ya sea que fueren diez minutos o cuarenta, quiero sacarle el máximo provecho al uso de cada canto.
Sé que Dios puede usar aun las reuniones más desarticuladas para ministrar a las personas. Él ciertamente lo ha hecho muchas veces cuando he dirigido. Pero una progresión de pensamiento clara y articulada ayuda a las personas a beneficiarse de nuestro tiempo juntos.
El canto congregacional no es la única manera de satisfacer el mandamiento de Dios de hablar «entre ustedes con salmos, himnos y cantos espirituales» (Ef. 5:19).
Podemos también introducir elementos que no son musicales. Aquí hay unas pocas ideas que hemos tratado o escuchado de otros:
- Orar por una necesidad o situación específica, seguido por un canto que refuerce la oración o se centre en la fidelidad de Dios.
- Que alguien comparta un testimonio de salvación o santificación.
- Compartir la Mesa del Señor, dirigida por un pastor y seguida por el canto congregacional.
- Que un pastor explique el significado teológico detrás de una palabra o frase de una canción.
Planificar con creatividad requiere sabiduría. Puede convertirse fácilmente en una distracción o el evento principal. Recuerda que la creatividad no es algo que hacemos; es una manera en que hacemos algo. Ese «algo» es exaltar la gloria de Dios en Cristo.
Un fragmento del libro Nuestra adoración importa (B&H Español)
Leave a Reply