Manuel Alejandro Santos
En mi época juvenil, éramos criticados por todo: por ver la TV, por traer audífonos y usar celular. Eran señales de que “andábamos mal”. Los adultos nos regañaban, no tenía sentido tener una doble vida, decían, parecía que por el hecho de ser jóvenes no podíamos vivir una vida de integridad creíble. Entonces muchos jóvenes se alejaban de la iglesia para tener contento a un dios que quiere mantener su casa limpia, y dado que su gente no sabe limpiarse ni limpiar a otros, optan por limitar el acceso.
El verso que dice: «huye de las pasiones juveniles» era tomado por muchos en las iglesias como prueba bíblica de que todos los jóvenes vivían en un estado permanente de inmoralidad. Pero la verdad es que los jóvenes pueden ser íntegros, conozco muchos y también conozco adultos atados a pasiones juveniles. Una mala administración de pasiones no tiene que ser la característica de los jóvenes. El pecado es asunto de todas las edades, pero el acceso a la gracia también lo es.
Estoy de acuerdo, los jóvenes a parte todo a veces pecan de cinismo, no aplaudo su pecado pero al menos son honestos, porque también tenemos gente que aparenta santidad pero su corazón está muy oscuro. Nuestra mente tengamos la edad que sea, sigue siendo el campo de batalla, nuestros ídolos en el corazón siguen siendo el problema seamos quien seamos, por eso concentrémonos también en lo que no se ve.
Nuestros jóvenes deben ser íntegros no solo en sus muros (de Facebook), sino en sus inbox. Sí deben preocuparnos sus conductas y sus arranques, pero vayamos a su corazón, ahí está el verdadero problema. Confrontemos sus pecados fuertemente, pero con amor, y con esa misma fuerza que denunciemos su pecado, acerquémosles la gracia que la cruz tiene para ellos.
Los jóvenes no necesitan jueces que los destruyan, ya tienen muchos ocupando esos puestos, ellos necesitan personas que deseen servirles, guías espirituales empáticos que los dirijan a la fuente verdadera, confidentes de buena memoria que no hayan olvidado que también fueron jóvenes.
Amémoslos porque fuimos amados, mostremos la gracia que también hemos recibido. Su edad no es la edad del conflicto, es la edad de la oportunidad. Ayudémoslos a ver que sus necesidades y deseos más profundos solo podrán ser llenos por Jesús. No señales solo su pecado, señala también la cruz.
MANUEL ALEJANDRO SANTOS es ingeniero de profesión y con una licenciatura en teología, egresado del seminario teológico de Miami (MINTS), se ha desempeñado como pastor de jóvenes desde hace 7 años. Se considera un comunicador de buenas noticias y un generador de contenidos que promuevan esperanza. Actualmente es el pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana VIDA, en Durango, México.
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